Los samaritanos
Hay un
pasaja en Juan 4, donde Jesús (sin sus discípulos) le pide agua a una mujer
samaritana y tiene con ella una de las conversaciones más teológicas descritas
en la biblia. Ella, al principio contesta “¿Cómo tú, siendo judío, me pides a
mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan
entre sí”.
En efecto,
sutiles pero varias son las referencias bíblicas a la mala relación que había
entre samaritanos y judíos. Pero ¿a qué se debe?
Para contestar
esta pregunta se debe regresar al reinado de Salomón. A pesar de todas las
virtudes intelectuales y espirituales que tuvo el Rey Salomón, este en su vejez
siguió a otros dioses y hasta levantó altares a ellos. Por esto Dios le dice
que el reino se partirá en dos y su descendencia solo reinará una mitad. Así el
pueblo de Israel se divide en dos (strike 1): el reino de Judá, que eran las
tribus de Juda y Benjamín bajo el gobiernod e Roboam, hijo de Salomón; y el de
Israel, que eran las otras diez tribus bajo el gobierno de Jeroboam (1 Reyes
11).
Ya
separados, cerca del año 900 a.C. el Rey Omri del reino de Israel compra un
monte a un hombre llamado Samer y allí edifica la nueva capital del reino;
bautizándola como “Samaria” por el nombre de su antiguo dueño (1 Reyes 16: 24).
Más
adelante, los asirios vienen e invaden el reino de Israel, secuestrando a la
élite del pueblo y dejando al pueblo común (como se ve posteriormente con los
judíos en Daniel 1: 3-4). Pero enviando de su gente a habitar en el reino de
Israel, estos asirios se mezclan con el pueblo y toman su religión (2 de Reyes
17:24-28). Sin embargo, aunque aún siguen al mismo Dios que los judíos, estos
dos pueblos ya se llevaban mal desde que el reino se partió en dos, ahora con
más razón habiéndose mezclado con gente de otros pueblos (strike 2).
Pasa el
tiempo y los asirios secuestran también a los judíos; pasael tiempo y regresan
lidereados por Zorobabel, listos para reedificar el templo de Dios y reanudar
su adoración. En este momento, los samaritanos se acercan a ofrecer ayuda en la
reedificación del templo, pero el pueblo de Judá rechaza la ayuda por
considerarlos sus enemigos (Esdras 4). Este es el strike 3 y el conflicto entre
judíos y samaritanos queda irreconsiliable.
Así es
como se puede entender que en el momento en que viene Jesús a la tierra, estos
dos pueblos (si bien tienen a los romanos como enemigo común) no se entienden
en buenos términos.
Esto
explica además otros pasajes como el del buen samaritano, donde un sacerdote y
un levita, no solo siendo miembros del servicio de Dios, sino siendo judíos, no
ayudan al necesitado; y resalta que un samaritano (“el enemigo”, un hombre
considerado impuro, con una fe desvirtuada y mestizo) sea quien sí ayuda. Más
allá de toda división, más allá del pueblo judío; el amor, la fe y la esperanza
son lo que Dios busca en un corazón.
Este
conflicto (como la mayoría) ha aumentado con el tiempo. Actualmente los
samaritanos son un pueblo menor pero integrado en el territorio del país de
Israel, que evita entrometerse en el conflicto entre judíos y palestinos. No
viven mezclados, pues tienen sus propios pueblos, pero cada vez se acepta más
que hombres samaritanos se casen con mujeres judías.
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